miércoles, 24 de febrero de 2010

Y era tan feliz...

Ah! Volví a cruzármela: Después de tanto intentar olvidarla, cuando dejé de esforzarme, el destino la empujó a rozarme el pelo con sus delicados dedos de la mano izquierda. Pasó detrás de mi; y yo, distraída, no la vi venir... Busqué con los ojos, apenas balanceandome y girando la cabeza, la encontré sonriendome, mientras caminaba hacia la pileta entre toda la gente.
Sin pestañear, pero después de sentir una intensa sensación de calentura al ver se sonrisa, salí detrás de ella. La alcancé justo mientas se apoyaba en la barra, y frente a ella, esbocé mi más amplia sonrisa picarezca (estaba actuando).
No dejo de mirarla fijamente a los ojos; esos ojos negros chispeantes. Espero a que pregunte, yo pongo el cuerpo y ella la razón.


Cómo me calientan las intelectuales

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